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Cita doble

Y aquí estoy, próxima a ser violinista en la cita de Aninka con Viktor.

Dios, mi día no puede ser peor. Debo ser muy buen amiga para aceptar está locura —me digo mentalmente.

Suspiro frustrada por la situación en la que me encontraré dentro de poco. Quedamos a encontrarnos en la sala de cines que habíamos escuchado Aninka y yo por parte de compañeras del salón, el cual estaba a más o menos a tres horas de distancia desde mi casa.

Sí, definitivamente debo ser la mejor amiga del mundo —digo a mi misma mientras miro la ropa con la que decidí ir a la cita.

Toc, toc...

— ¿Se puede? —Pregunta mi hermano sin entrar a mi habitación.

— Mira David Petrovav, no estoy de humor para hablar contigo así que lárgate por donde viniste —digo recordando la cuenta que tenemos pendiente.

David cierra los ojos, esperando el golpe que siempre le doy cuando me las debe, pero por estar frustrada con esta dichosa cita de Aninka no tengo ánimos

— Vamos hermanita, tú sabes que yo te quiero mucho, mucho, mucho.

— Como digas David Petrovav —digo sin apartar mi vista del espejo, arreglando detalles de mi peinado y maquillaje.

— Vamos Sofía, sé que estas furiosa conmigo —suspira— Sólo me dices mi nombre y apellido completo cuando estas enojada conmigo —dice en un tono bajo.

— Y como no tengo motivos... —ironizó.

— Vamos por favor Sofía. Hagamos un acuerdo de paz ¿Sí? —Ignoro su comentario — Vamos Sofía ¿Que tienes que perder?

— Mucho —lo miro a través del espejo— Por ejemplo, el plan que estoy pensando para hacerte pagar por la mala mañana que tuve ese día gracias a ti —Finalizó.

— ¡Por favor Sofía! apiádate de tu hermano —dice suplicando.

— ¿Hermano? ¡Hermano!, Hermano mi trasero... —suspiro— Mira David Petrovav, si no quieres que te haga pagar todo ahora mismo, sal de mi campo de visión y escóndete en la casa de tus amigazos —dije pero no se movió, por lo que me levanto y me acercando a él— ¡Lárgate de mi habitación que tengo cosas que hacer! —lo empuje de mi habitación y cerré la puerta de esta.

— Vamos Sofía, perdona a tu hermanito, es que a veces, sólo a veces se olvida que tiene hermana, sólo a veces —dice abriendo la puerta de mi cuarto pero sin entrar en el mismo al ver como lo miro mal.

— ¿Y se supone que tu respuesta me tranquiliza o me da más motivos para matarte? Porque si es lo segundo lo estás logrando.

— Yo y mi bocota —dice pegándose en ella— Pero dame crédito por ser sincero. ¿Sí? —hace cara de cachorro.

— Piérdete David Petrovav.

— Vamos, no seas así con tu único hermano ¿Sí?

— Piérdete antes de que te las cobre ahora mismo —digo saliendo de la habitación.

— Suerte en tu cita doble —dice cuando ya está a una distancia prudente de mí.

Me confunde su comentario, pero sigo mi camino.

(…)

Y aquí estoy, en el lugar acordado con un cansancio insoportable, el viaje fue terrible, pero ¿Que más se puede hacer? Todo sea por cumplirle a Aninka. Sí, lo sé, soy una muy buena amiga.

Unas manos tapan mis ojos y siento como un pecho tonificado se pega a mi espalda. Lo que al principio creía que era Aninka, se descarta debido a que la estatura y el cuerpo que siento de la persona me hacen refutar esa hipótesis. Aunque yo soy más pequeña que Aninka la persona que está detrás de mí, cubriendo mis ojos, sin duda deber ser el doble de grande que yo, más o menos. Además, seguramente es un hombre por el tonificado abdomen que sentí y el grueso reloj que tiene en una de sus muñecas. Ahora, la pregunta ¿Quién es? ¿Será Viktor? Si es así ¿Por qué me tiene así?

Una voz me saca de trance y puedo notar que esa no es la voz de Viktor, pero sí de alguien familiar.

— Hola mi peque, ¿Sabes quién soy?

Asiento

— Sé quién eres, lo que no sé es porqué estás aquí, Daniel — digo mientras él me quita las manos de mis ojos.

Doy dos pasos hacia delante y doy media vuelta para quedar frente con frente.

— ¿Sigues enojada conmigo?

— No, lo que no entiendo es porque estás aquí. —Abre su boca para articular respuesta pero yo continúo — Pero bueno, supongo que es una coincidencia. Ahora si me disculpas, tengo cosas que hacer. Adiós —digo, le doy una sonrisa de despedida y me marcho sin esperar su respuesta.

Daniel me sigue y no entiendo porque, hasta que este articula algo.

— Viktor y Aninka se demorarán un poco, Viktor fue a buscar a Aninka a su casa y me dijo que se demoraban un poco.

— ¿Cómo sabes eso?

— Pues… —se coloca una mano en su nuca— Viktor me dijo que vendrías con ellos, y pues pensé que para que no fueras un mal tercio en su cita, por lo que sería bueno que yo te acompañara.

— Así que lo que era una cita de tres, ahora es una doble cita. — el comentario de mi hermano cuando salía de casa viene a mi mente tomando sentido — Vaya, hicieron cambios de planes y no me avisaron. No lo puedo creer —me indigno.

Aclaro, no es que Daniel me caiga mal pero, vamos, esto contaría como mi primera cita en este país y ni siquiera me invitó un chico si no mi amiga y el chico del que ella gusta invito a su amigo, amigo que es amigo de mi hermano. Y es ese mismo amigo me armó una escena de celos por hablar con un compañero de clases. ¿Qué loco no? Lo que me lleva a preguntar ¿En qué lío me metí yo? ¿Y cómo me salgo de esto?

— Hola, Hola —dice alegre Aninka llegado con Viktor— ¿Qué haces aquí Daniel?

Por un segundo pensé en matar a Aninka por meterme en esto, pero al darme cuenta que no sabía le perdone por meterme en esta locura.

Viktor y Daniel se miran mutuamente, finalmente Viktor rompe el silencio diciendo:

— Yo lo invite. Lo siento por no avisar con anticipación.

Y ni modo de entrar en discusión por ello. Ya que, Aninka me invitó a mí a su cita, así que sería descarado que ella se enfade porque Viktor invitó a Daniel.

— A la próxima avisen para no llevarnos estas sorpresas —digo.

— En fin —dice Viktor— vamos a divertirnos ¿Bien?

Así partimos a ver una película de terror, ya que los chicos nos dejaron escoger pero eso fue una mala idea.

Durante la película

Viktor estaba al lado de Aninka, después seguía Daniel y por último yo.

Nos encontramos en medio de la sala del cine. Muchos chicos aprovecharían que la película es de miedo para que cuando las chicas les dieran miedo los abrazara fuertemente pero eso no sucedió aquí:

1. Porque a Aninka y a mí nos encanta las películas de este género —y aunque si nos sorprenden a veces, no gritamos como locas, más bien nos emocionamos por ver más.

2. Los chicos no son esos chicos valientes de armadura para protegernos con sus abrazos, porque justo cuando en la película el espíritu entra en el cuerpo de la niña y está dice cosas en un idioma extraño mientras se retuercen, ellos (Viktor y Daniel) saltan exaltados. Cuando la niña poseída aparecía de repente para matar y las personas (de la película) gritaban, Viktor y Daniel comenzaban a gritar como locos.

Cuando de la película salían ruidos fuertes y el espíritu se retorcía mientras caminaba rápidamente hacía su víctima. Viktor y Daniel gritaron mucho más fuerte, saltando de su asiento y tirando a su vez las tasas de palomitas por todos los asientos cercanos a los nuestros.

Y agradezco al cielo que los vasos de gaseosas que no estaban terminados lo tuviéramos nosotras —ya los chicos se había tomado los suyos—, porque si no hubiéramos quedado más sucias que cuando juegas con niños.

Las palabras que resumen lo que sentí durante la película vista fue; emoción, sorpresa y vergüenza.

Emoción, porque era la película que quería ver, un estreno taquillero del género de terror.

Sorpresa, de ver a los chicos tan grandes y fuertes siendo unas mismas niñas que gritan a todo pulmón cuando ven a su ídolo, la diferencia es que los gritos de fans son emotivos, pero estos eran estresantes.

Y vergonzoso porque todos en la sala de cine nos mandaron a calmar muchas veces y todos nos tiraban cosas y regañaban por que estos no controlaban sus gritos y para completar, hicieron un desastre tirando todas las palomitas a los que nos rodeaban.

Teniendo como resultado, ser echados de la sala de cines.

A cualquiera le daría rabia por la vergüenza que vivimos. Pero el ver a Viktor y Daniel pálidos y agachados con la mano en el corazón, como si hubieran corrido una maratón. Eso sí que es chistoso.

— Vaya, tan grandes y tan cobardes —les digo riéndome con Aninka.

— Dennos créditos, no nos gusta este género y sin embargo entramos por ustedes.

Alzamos una ceja, Aninka y yo retenemos las ganas de reír.

— Apiádense de nosotros, entre a esa sala, pero casi no vivo para contarlo —dice Daniel acercándose a nosotras—, creo que no podré comer hasta que mi sistema vuelva a su relajación.

— ¿En serio? —pregunto — que lastima —dije con cara afligida, para después sonreír — bueno, ustedes nos pueden esperar afuera del restaurante o vernos comer. —miro a Aninka — ¿Te parece ir a comer brochetas de cerdo? Tengo mucha hambre —dije colocando mi mano en mi estómago.

— O podemos pedir Kalguksu en el restaurante coreano cerca de aquí, tengo rato que no lo como y se me antojó — dijo mirando a Viktor.

— Entonces ¿Brochetas de cerdo o Kalguksu? —digo mirando a Aninka.

Dos estómagos rugen al unísono, a lo que Aninka y yo nos burlamos.

— Vaya —digo— Al parecer ya pueden comer.

Aninka y yo nos burlamos, damos media vuelta y partimos.

— Búrlense, chicas malas — dice Daniel y Viktor al unísono.

Nos alcanzan y partimos muertas de la risa, mientras los chicos nos miran con diversión.

— Me alegra que nuestra agonía les divierta —me dice Daniel cerca de mí.

Sin duda, el mal humor que tenía al principio de esta cita queda en el olvido.

— Jajaja —reíamos Aninka y yo por décima vez en el transcurso de la comida.

Las ocurrencias de Viktor y Daniel hacían que hasta los ancianos que comían en el lugar se rieran mucho.

— ¡Vaya! —digo limpiando una lágrima que salía de tanto reírme— Quién iba a pensar que aquellas gallinas que gritaban de miedo en el cine, estén ahora comiendo y riendo como si nada.

— ¡Oye! Ni me recuerdes ese mal momento en mi vida —dramatiza Daniel— ¡No puedo creer que no te den miedo esas cosas!, ¡Definitivamente, ustedes no son humanas!

— Reitero, tan grandes y tan cobardes —decimos Aninka y yo al ver los rostros de los chicos al recordar la película.

(...)

Los chicos están buscando sus autos en el parqueadero mientras Aninka y yo los esperamos fuera del restaurante.

— Ah —suspira Aninka— Definitivamente esta es la mejor cita que he tenido.

— ¡Pero si es la única a la que has tenido hasta ahora!

— ¡Oye! —Dice mientras me da un codazo— Eres fantástica dañando los bonitos momentos.

— Pff, definitivamente mi amiga no es normal.

— Pero así te mueres de amor por mí, bebé —Dice colocando una mano como si está fuera una pistola a la que dispara imaginariamente.

— ¡Oye!

— ¡Sí! David me dijo tu apodo ¡Bebé!

Grandioso, sólo mi familia más cercana lo sabe y ahora gracias a mi hermano, mi amiga conoce ese vergonzoso apodo, y si lo conoce sabe la historia. Definitivamente David le tiene rabia a la vida —pienso.

— Sofía —dice pasando una de sus manos por mi campo visual, para llamar mi atención — ¿No te parece que el bombón de Daniel está interesado en ti?

— Bah, déjate de bobadas — digo restándose importancia.

— Vamos, piensa un poco y le encontrarás lógica. Uno, cuando llegaste a la escuela Daniel te dirigió la palabra…

—... ¿Y? — le interrumpo— Es normal que lo haga, estudiamos en la misma escuela

— Yo llevo mucho tiempo estudiando aquí y nunca me había saludado. Además, ese día te invito a que comieras con él.

—... Fue porque soy la hermana de su amigo, además, a ti también te invito si no lo recuerdas.

— Pero era porque tú no tenías planeado aceptar su invitación, así que por eso me dijo a mí, si me decía a mí y yo iba, tú también irías.

— ¿Y si me invitó para que tú fueras? No sé, tal vez lo hizo por Viktor para no levantar sospechas con tu hermano ¿No crees?

— Déjate de tonterías, ellos no le tienen miedo a mi hermano como para idear un plan tan complejo.

— Si tú lo dices —respondo burlona.

— Además, sé perfectamente que Daniel te reclamó porque te vio hablando con mi hermano, así que si eso no es celos por la mujer que te gusta ¿Dime entonces que es?

— Fácil, tu hermano y Daniel son los "alfas'' de la escuela. Me imagino que como Daniel es amigo de mi hermano, que ya está en su grupo ahora querrá que yo lo este y verme hablando con Esteban, le haría pensar que estoy en el grupo del descerebrado de tu hermano.

— Aja, y yo me chupo el dedo ¿Verdad? —dice con una ceja enarcada y cruzada de brazos— Siguiendo tu lógica, Daniel vino a la cita donde sabía que tu estarías, solo porque eres la hermana de su amigo. Sí, claro, como digas. Y yo pensé que el tonto era mi hermano, pero ya veo que tú le estás haciendo competencia.

Dos cláxones suenan anunciándonos que los chicos están esperándonos en los carros.

Viktor esperando a Aninka para llevarla a su casa y Daniel esperándome a mí para llevarme a la mía. Sí, se ofreció y preferiría que él me llevará a recorrer toda la ciudad en el bus.

Daniel y Viktor bajan del auto para abrirnos la puerta de copiloto, Aninka se sube en el auto de Viktor y yo en el de Daniel.

Solo sé que son don carros súper lujosos de color gris, ya que para saber qué modelo es, soy pésima. Sin embargo, no se puede negar que son autos últimos modelos. En el que se evidencia el buen cuidado que seguramente da el personal de sus casas, ya que con solo ver a los chicos estoy muy segura de que nunca se han ensuciado las manos.

— ¿Estas lista? —Pregunta cuando entra al auto después de cerrar mi puerta.

Asiento.

Vaya, Viktor y Daniel son muy caballerosos, ojalá se le pegue a mi hermano.

Flash Back

Bebé, mueve tu trasero y sube a mi princesa, o ¿Quieres que mi princesa y yo te dejemos?

— Ya voy, ya voy. Hermano, ¿Podrías ayudarme con la puerta? Tengo las manos ocupadas.

— ¡Dios ¿Por qué me mandaste una hermana tan debilucha?! —dice suspirando.

Fin FlashBack

Sí, así es mi hermano, tan caballeroso. Y según lo poco que vii con mi padre, él también era así, amaba a su auto pero despreciaba a su esposa e hijos, por lo que no vi algún acto de caballerosidad en él.

Un cuerpo cercano al mío me sobresalta, una sonrisa perfecta y dulce llena mi campo visual, mientras que unas de sus manos llegan al cinturón de seguridad.

— Tranquila, sólo estabas un poco distraída y necesitamos arrancar para llevarte a casa, pero no te habías puesto el cinturón de seguridad, y como estabas perdida en tus pensamientos, decidí colocártelo —dice sonriendo ya en su asiento.

Trago duro

— ¿En qué pensabas?

— En que hoy pase una noche genial.

Sonríe y me mira a los ojos

— Si quieres puede repetirse.

Miro sus ojos y veo unos ojos color ámbar que me dejan sin palabras. A su vez siento como mis latidos se aceleran.

Si esto fuera uno de mis dramas esta es la parte en la que el chico brilla con luz propia y deja suspirando a quien lo ve.

Un momento —pienso— ¿En qué estoy pensando? ¡Estoy loca! Definitivamente lo estoy, Daniel no me puede gustar, estos pensamientos no son propios de mí.

Ignoro su anterior comentario y me limito a ver a través de la ventana.

Minutos después...

Apenas llegamos a mi casa, me quito el cinturón de seguridad y me dispongo a abrir la puerta del carro, pero Daniel ya se me había adelantado a hacerlo, por lo que al bajar era a él con quien me encontraba.

Bajo con una sonrisa tímida y me dispongo a caminar rumbo a la puerta de mi casa.

Daniel me sigue desde atrás y me dispongo a voltear interrumpiendo mi andar.

— Gracias por traerme y hacerme pasar un momento agradable —digo finalmente.

— No tienes que agradecerme, yo también la pase muy bien contigo —dice sonrojado.

— Bueno, espero que tengas un buen regreso a casa y buenas noches.

Daniel me sonríe y yo le digo adiós con una mano mientras doy media vuelta para seguir mi camino, doy dos pasos y en este último me dobló el pie, en lo que un quejido sale de mis labios sin retenerlo, mientras mi cuerpo cae.

Daniel corre hacia mí mientras yo me agarro tobillo lastimado.

De mi boca sólo salen sonidos de dolor mientras que Daniel me mira preocupado.

— ¡Sofía, te acabas de lastimar el pie en el que te había lesionado! —dice alarmado.

¿Cómo sabe que ese es el pie que anteriormente me he lesionado? —pienso—. Pero el dolor no me deja cuestionarme más.

Como tampoco el sentir el pecho de Daniel pegando a mi cuerpo mientras mi cuerpo es elevado en el aire.

— Tenemos que ponerte hielo para la inflamación y darte medicina para el dolor —dice mientras me lleva en sus brazos.

Daniel toca la puerta y en un tercer golpe y gritos de él hacía mi hermano, la puerta se abre y sin medir palabras con mi hermano, Daniel me coloca en el sofá mientras que mi pie con cuidado lo coloca sobre un cojín.

Se va dejándome en la sala, mientras mi hermano me mira confundido.

Segundos después Daniel viene con hielo que lo coloca en mi tobillo lastimado, mientras le dice a David lo que pasó y que busque las pastillas para el dolor.

Nuestros ojos se encuentran y veo en ellos una gran preocupación.

Vaya, nadie antes se había preocupado así por mí y esto se siente genial —pienso— y mi corazón lo confirma cuando aumenta sus latidos.

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