Cuando Aninka dijo que tenía todo preparado, jamás me imaginé esto.
Después de estacionarnos en un lugar prudente para poder cambiar mi vestido de gala por una blusa manga larga blanca y falda, medias veladas y botines negros, andamos en la carretera a un rumbo desconocido para mí.
Llegamos después de unas horas a una pequeña cabaña lejos de la ciudad, técnicamente no sabía el nombre de dicho lugar, pero lo que sí podría reconocer es que era perfecta. Por fuera se podía evidenciar una cabaña común, sin embargo, por dentro tenía todos los muebles y aparatos eléctricos de último modelo. La decoración era estilo roble, muy moderna. En ella se apreciaban múltiples fotografías de paisajes hermosos. La sala de estar estaba rodeada de sillones en L, color blanco, al frente de estas se encontraba un televisor pegado a la pared y múltiples juegos de chicos. Entre el mueble y la pared, se encontraba una mini biblioteca, en la que se encontraban múltiples mangas que a mí llamaron la atención al cien por ciento.
— ¡Guau! — Dijo Viktor mientras corría a la mesa en la que se encontraban los múltiples juegos de chicos.
Yo por mi parte me quede en silencio observando las mangas que allí se encontraban.
— ¿Te gusta leer mangas? —Pregunta Esteban sentándose a mi lado y yo asiento— Genial, a mí me encantan. Me alegra saber que tenemos algo más en común.
— Sí, nos gusta leer mangas. Pero no el mismo género —comento mirándolo a los ojos.
— Supongo que te gusta las de romance por todos lados —Comenta Esteban rodando los ojos.
— Sí y no, además del romance, me gustan muchos los de terror. Claro está, estoy segura que eres cobarde para leerlo.
— Te equivocas. A mi me encantan las de terror, más que los de acción o los cómicos.
— ¿En serio? Tu hermana me dijo que eres un cobarde con cosas relacionadas al terror.
— Esa Aninka nunca se calla las cosas —comenta indignado.
— O sea que adivine que eres miedoso —río y él se asombra— Sí, Aninka no me dijo nada. Sólo lo dije para que me dijeras la verdad. Vaya ,querido Esteban, me has demostrado que eres un niño en un cuerpo de grande —y vuelvo a reír mientras me levanto del sofá.
Aninka y Viktor no se ven por ningún lado y la verdad es que no estoy interesada en lo más mínimo en buscarlos, no quiero llevarme una sorpresa.
Camino por la casa mirando cada detalle. Después de dicha caminata, me quedo en la cocina preparándome un sándwich.
— Para que quedemos claros yo no soy un niño grande —dice Esteban entrando a la cocina y yo río por lo bajo.
— Entonces ¿Cómo debo tomar este reclamo? ¿Como un reclamo de adulto a adulto? O ¿Como un reclamo de niño a adulto?— digo reteniendo la risa.
— Obviamente de adulto a adulto — dice sonrojado.
Yo le doy un mordisco a mi sándwich y sonrió
— Te ves tan lindo rojo, como lo estas ahora— digo acariciándole el pecho.
— ¡Oye!
Yo le doy un golpe en la cabeza
—Te dije que no me grites.
Esteban queda sobando su cabeza y yo me siento satisfecha. Al parecer, encontré mi nuevo entretenimiento; molestar a Esteban
(...)
Despierto un poco desorientada por el lugar en el que me encuentro, hasta que recuerdo la locura de anoche. Miro el reloj y marcan las cinco de la mañana. Ya no tengo sueño, por lo que decido salir de mi dormitorio para buscar algo en que entretenerme. Por ende, me voy al jardín para disfrutar de los primeros rayos del sol mientras leo en línea mi libro favorito, cincuenta sobras liberadas.
— ¿Tan temprano y despierta? —comenta una voz masculina desde mis espaldas.
— Y tú ¿Muy cansado por lo de anoche? —pregunto mirando a Viktor quien ya se había sentado a mi lado.
— Mmm, un poco —comenta sonriendo— La verdad es que ni en mis sueños más locos hubiera imaginado estar aquí, otra vez.
— ¿Otra vez? —pregunto confundida— A juzgar por la decoración deduzco que es la cabaña de Esteban.
— Es cierto. Aunque te sorprenda, él y yo éramos grandes amigos, y está era nuestra base secreta —dice con tono misterioso.
— Mmm ¿Y qué pasó? Si eran tan grandes amigos ¿Por qué ahora se odian tanto?
— Bueno —dice Viktor suspirando mientras se rasca la nuca— Pasó algo que...
—... que no es relevante de recordar —dice Esteban desde nuestras espaldas.
El rostro de Viktor perdió color e inmediatamente guardo silencio.
Definitivamente algo pasó entre ellos, pero, ¿Que fue exactamente?
Esteban se acerca a nosotros colocándose a mi lado.
— ¿Dormiste bien? —me pregunta ignorando completamente a Viktor.
— Mmm yo mejor me voy a dormir otro rato —dice Viktor huyendo de la escena.
Miro cuán rápido se va Viktor y centro mi mirada al chico que se encuentra a mi izquierda.
— ¿Se puede saber por qué de un momento a otro eres tan hostil con Viktor? —pregunto de brazos cruzados.
— No es ahora, siempre he sido así con él y su clan, por eso ¿Sabes que tan en contra estoy de la relación de mi hermana con él? —Pregunta indignado—.
— Ilumíname.
— ¡Mucho! ¿O dime, a ti te gustaría que uno de tus enemigos se hiciera novia de David?
— Tú y yo sabemos perfectamente que ni Viktor, ni los demás son tus enemigos.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque ustedes no se tratan como tal —comento y él bufa molesto.
— No hables de lo que no sabes —comenta Esteban mirándome a los ojos.
— Es cierto, no sé qué fue lo que pasó entre ustedes en el pasado —comento— Pero lo que sí sé, es que si en realidad lo tuvieras como tu enemigo, jamás hubieras ayudado a Aninka en esta locura.
>> Es tu única hermana, y si el de verdad fuera tu enemigo, tú hubieras hecho lo posible e imposible para separarlos y no lo has hecho hasta ahora. —Suspiro— Deberías crecer, no estar con sus peleas tontas, dejar de lado el orgullo y hablarse porque esto no es más que un juego de niños intentando llamar la atención.
(...)
Después de desayunar en un silencio incómodo. Aninka quién diría yo que es el alma de este grupo, nos hizo cambiarnos e ir a recorrer el lugar.
A kilómetros se notaba la incomodidad de los chicos, sin embargo, no se negaban a las ideas de Aninka. Ya que era eso o escucharla quejándose todo el día y la verdad, prefiero caminar y distraerme que estar encerrada escuchando las innumerables quejas de Aninka. Aunque no esté muy bien de mi pie, prefiero caminar.
Aninka sabía que se detestaban, aunque no sabía el porqué, sin embargo, se empeñaba en que esos chicos por lo menos se llevarán bien. Debe ser difícil tener de novio al chico que tu hermano detesta.
— Sofía —me llama Aninka— ¿No te parece lindo?
Yo me limite a asentir. A decir verdad era un lugar muy lindo, el cual era distinto a los lugares en los que he estado. En las grandes ciudades en las que he vivido había todo menos silencio. Cosa que aquí se podía disfrutar, sin contar el gran paisaje cien por ciento natural que se ve a nuestro horizonte.
No se puede negar, los árboles frondosos y las múltiples flores dan una relajación abrumadora. Los únicos sonidos que se escuchan son los pájaros cantar. Y sin duda, no molesta en lo absoluto.
— Sí, es hermoso.
— ¡Aléjate de mí, idiota! —se escucha decir y sin tener la necesidad de voltear sabía quién era.
— Aninka ve a ayudar a Viktor. Porque si no estás allá con ellos, vamos a tener que irnos con un asesino y un cadáver entre nosotros.
Aninka asiente y se dirige hacia los chicos. Se detiene y se regresa para decirme
— Por favor encargarte de Esteban.
— ¿Por qué razón?, ¿Que mal abre hecho yo en mi vida pasada para que en esta tenga que pagar este calvario?
— Por favor, tú y yo somos las únicas que podemos evitar un desastre.
— Desastre que ocasionaste al juntarlos.
— Sofía — me regaña.
— Lo sé, lo sé.
Suspiro y me dirijo hacia Esteban para tomarlo de la mano y literalmente llevármelo a rastras a quien sabe dónde. Bueno, hasta donde mi lastimado pie me permite hacer.
— ¡Hey! ¿Qué te pasa? —dice jalando hacia él.
— Caminar ¿No ves? —digo intentando jalarlo y seguir caminando, sin embargo, por mucho esfuerzo que hacía no se movía.
— En realidad no estábamos caminando, lo que hacías era que me llevabas arrastrando a quien sabe dónde —dice con una media sonrisa.
— Da igual —digo restándole importancia.
— Lo siento, quisiera charlar contigo un poco pero mi hermana en estos momentos está en peligro —dice y yo miro donde se encuentra Aninka.
— Hey, sé que Viktor es muy alto, con mucho cuerpo, con una voz perfecta .... —comienzo a decir.
— ¡Oye!
— En fin, tiene todo para ser el chico ideal de una mujer. Sin embargo, a pesar de todo lo que tiene a su favor, él ha escogido a Aninka.
— ¿Me estás queriendo decir que mi hermana es muy poco para él? — comenta con enojo.
— No, lo que quiero decir es que a pesar de todo lo que anteriormente te dije, él decidió quedarse con Aninka. Ella es dulce, atenta y muy hermosa —comentó mientras veo como el humor de Esteban se regula— Literalmente son la pareja perfecta.
— Tú y yo también podríamos ser la pareja perfecta —dice con una sonrisa ladina.
— ¡¿En serio?! —digo fingiendo emoción mientras él asiente— Paso -digo en mi tono aburrido, mientras le doy la espalda para seguir caminando.
— Uff. Eres tan fría como el hielo.
— Y peligrosa como el mar —digo cuando volteó hacia él. Observando su cara de impacto, lo cual me satisface.
— ¡Hey, espérame! —me grita mientras yo bajo una colina ignorando su llamado.
Camino un poco más mientras siento sus pasos detrás de mí.
— Eres valiente —dice Esteban a mis espaldas, mientras yo sonrió irónicamente.
— Soy todo menos eso —digo más para mí que para responderle. Sin embargo, él me escuchó.
— ¿Por qué escucho tristeza en tu comentario? —Pregunta mientras me toma del brazo para que pare mi caminata.
— No es nada —digo intentando soltarme de su agarre. Sin embargo, no sucede.
— Vamos Sofía, puedes confiar en mí —dice y yo volteo.
— ¿En serio? —pregunto ladeando la cabeza.
Esteban asiente
—No, mejor no. —digo volteando pero él me jala hacia él haciendo que a su vez voltee.
— En serio Sofía. Quiero saber más de ti, no te cierres tanto —dice serio.
— No es solo contigo, lo que pasa es que prefiero contar mis cosas a personas atentas —digo y él queda confundido—. Cada aspecto de mi vida es importante para mí. Es por eso que no muchas personas lo saben. El resto sólo sabe lo que yo quiero que sepa.
— Y yo ¿En qué grupo estaré?
— En el mismo en el que te encuentras ahora. El que sólo sabe lo que yo deseo que conozca — digo indiferente.
— Sofía —dice apretando su amarre— Quiero acercarme a ti, pero no me dejas —dice frustrado— ¿Que te lo impide?
— Que eres muy despistado —digo sin más— Mi vida es privada y el que tú sepas algo íntimo de mí, me preocupa. Eres muy despistado, lo cual me hace pensar que dirás lo que te diga.
— Soy confiable.
— Tal vez sí, pero tu descuido puede hacer que lo digas sin querer.
— ¿Que te hace pensar que soy despistado?
— Mmm no sé —digo con mi mano en el mentón— ¿Dónde está Aninka?
Y mis palabras hacen que el rostro de Esteban cambie de confusión a sorpresa.
— Maldición, deje a Aninka con un animal —dice mientras camina rápido de regreso— Por tu culpa se me olvidó Aninka —me reprocha.
Yo sólo río.
— Hey, espérame —digo cuando está alejándose de mí— Es mi primera vez en este lugar. Sin contar que no puedo correr por mi pie.
Esteban se detiene y regresa a mí, sin tiempo de reaccionar veo como soy cargada en sus brazos.
— Maldición —digo ya en sus brazos— Bájame ahora mismo Esteban.
— Dijiste que no podía correr con tu pie y yo necesito llegar rápido a donde sea que se encuentre Aninka. Así que —dice Esteban mientras intento bajarme de sus brazos— Colabora un poco.
— ¡Bájame ahora mismo! —le digo mientras forcejeo con él.
Él me agarra más fuerte
— Cálmate mujer, no te voy a hacer daño, sólo quiero llegar rápido a casa.
Me doy por vencida. Ganarle en fuerza sería imposible para mí, sus brazos muestran el gran trabajo que hace en el gimnasio, mientras yo. Bueno, estoy viva.
Miro hacia al frente y me confundo.
— Esteban, nunca había estado aquí. Pero creo que este no es el camino
— Lo sé, es un atajo.
Me muevo incómoda.
— Quedaté quieta.
Abro mi boca para contestarle pero antes de hacerlo siento un vacío en mi estómago, mientras cierro mis ojos fuertemente. De inmediato siento como caemos en un hueco.
Esteban cae encima de mí y yo gritó por el dolor.
— Maldición —dice mientras se levanta Esteban — Sofía ¿Estas bien?
— ¡Duele! —digo mientras me tomo el tobillo.
— Oh por Dios —dice Esteban mientras entra en pánico— El pie no debe de ser así.
Miro la fuente de mi dolor y veo que mi pie está en una posición incorrecta.
— Maldición, no otra vez —digo mientras Esteban entra en pánico.
— Esto no es normal, esto no es normal.
— Cálmate de una vez y ven a ayudarme —le gritó haciendo que Esteban se estremeciera— Necesito que me ayudes a ponerlo en su lugar —digo entre lágrimas, mientras Esteban niega frenéticamente— Vamos, es mejor ahora que estoy en calor que después cuando ya la adrenalina abandone mi cuerpo y me duela mucho más.
Esteban negó nuevamente.
Grandioso, sólo a mí me pasa esto —pienso.
— Esteban se me disloco el pie, necesito que me ayudes a ponerlo en su lugar —digo mientras las lágrimas recorren mis mejillas— O me va a doler más.
Esteban mira con horror
— ¿Y si te hago daño?
— Eso no pasará, vamos, sólo dame una mano. Vamos, a la cuenta de tres — Él niega— Ayúdame —digo suplicando—. A la cuenta de tres.
Esteban respira profundo y después de unos segundos toma mi pie.
— Vamos a la cuenta de tres, 1...
— ... 3 —dice Esteban inmediatamente, mientras coloca mi pie en su lugar.
Gritó por el dolor
— ¿Y dónde quedó el dos y tres?
— Dos y tres.
Yo lo golpeo en el brazo
— idiota.
— Si no lo hacía así, jamás lo haría.