No sé sí la extraña visita de Alexander Grant me ha hecho estar un poco despistada o nerviosa, pero no quiero que vuelva a ir a la oficina. Es irritante. Como un niño pequeño queriendo atención. Mis nervios se fueron al borde del límite y tengo la sensación de gritar cada vez que hablo.
Matthew ha decidido ir a caminar a Central Park para liberarnos del intenso trabajo de este lunes. No trabaje mucho, pero, bueno, esa visita perturbo mis emociones. Ya casi está oscureciendo y pocas personas se ven en el parque a estas horas. Matthew no me suelta para nada la mano, como si fuera una niña pequeña que fuera a perderme. Me acaricia los nudillos discretamente y me gusta mucho que haga eso.
—Me relajo mucho—murmura—. Contigo, claro.
Sonrío de oreja, al sentir ese pequeño jubilo de las palabras que dijo. Música para mis oídos, sin duda alguna. Caminamos lentamente por el gran campo; la tarde naranja se posa ahí, dejando un poco de luz y algunas personas empiezan a jugar y a correr. Yo pongo atención a los sonidos de la tarde/noche. Los pequeños grillos e insectos hacen música relajante.
—Nunca había venido a estas horas a Central Park—le sonrío.
— ¿Te gusta? Dime, ¿tendrías miedo de quedarte aquí toda la noche? —me toma por la cintura, estrechándome a su pecho.
—No—niego con la cabeza.
— ¿No?
—No—repito—. Si estoy contigo, no lo creo. Sería interesante venir a acampar algún día.
Nuestros labios se unen, tierna y lentamente, sin importarnos que atención llamemos a las personas. Sus ojos se funden en un color gris azulado, el que tanto me encanta observar. Cuando me aparto un momento para tomar aire, miro hacia mi derecha y adelante puedo visualizar a James, jugando con sus amigos Softball. No sé si debamos continuar caminando... ¿Le diré que me voy a casar?
— ¿Qué sucede? —me pregunta con cariño.
—Bueno...—digo en voz baja.
Suspiro y muestro una tímida sonrisa.
—Allá esta James—apunto con mi barbilla—. Necesito hablar con él.
Alza una ceja, con expresión incomoda de mis palabras. Lo comprendo.
—Bien, vamos—dice cauteloso.
Me detengo.
—Quiero hablar a solas con él.
Frunce el ceño y suspira profundamente, sopesando mis palabras. Se pasa ambas manos por el cabello y me mira fijamente.
—La última vez que hablaste con él... Casi te pones a llorar.
Aprieto los labios.
—Por favor, solo será por unos momentos, será rápido—musito.
Entorna los ojos.
—Estaré por aquí, sí me necesitas.
Asiento, con una sonrisa en agradecimiento.
Camino sin detenerme en donde esta James con el bate de Softball, jugando con su especial técnica que alguna vez vi en la preparatoria. El pánico comienza a apoderarse de mí. Es mi amigo, somos amigos... O quizá él ya no me considera de esa forma. Hemos tenido momentos muy tensos. Llego hasta el interesante juego y algunos de sus amigos—desconocidos por mí—, me ven raro. James me mira y me ignora, pero al momento vuelve a reaccionar. No puede creer lo que está viendo.
—Hola—sonrío—. Interesante partido.
Unos cuantos de sus amigos comienzan a decirme cosas muy fuera de lugar. James los fulmina con la mirada a todos y los cuatro chicos se van corriendo lejos.
—Hola, Eli—Se pone un tanto torpe. Deja el bate sobre el pasto y llega a abrazarme.
Muy fuerte.
—Necesito hablar contigo—trato de apartarme.
Sé que, en alguna parte de aquí, Matthew nos está vigilando.
—Bien, dime—se aparta y coloca sus manos sobre mis hombros. Su mirada detecta cierta alegría al verme. No sé cómo decirle la noticia, tan repentina para él como para mí. Lo va a matar de tristeza, y definitivamente, estará en el puesto... ¡Number One!, de los friendzoneados por esta mujer, narra mi subconsciente disfrazada como un locutor de radio. El estómago me da un vuelco.
—Bueno... Es algo muy importante para mí. Para ti quizá no sea buena noticia, pero yo esperaría que lo tomes de la mejor forma posible.
—Puedes decírmelo, soy tu amigo—cierta tristeza se oye en su voz.
En sus ojos detecto algo. Creo que ya sabe por dónde va este asunto. Trago saliva.
—James...—bajo la mirada a nuestros pies—. James, me voy a casar en unas cuantas semanas.
Levanto la mirada en cuanto termino de hablar. Su expresión ha cambiado radicalmente, tiene los ojos muy abiertos y no deja de verme.
— Qué. ¡¿Qué?! Espera—camina a su derecha y luego a la izquierda para volver a detenerse—. ¡¿Con el empresario?!
Asiento.
— ¡Carajo! ¡¿Estás segura?!—exclama—. Puedes decirme con total confianza, ¿no te estará obligando?
—Claro que no—espeto.
Sabía que iba a gritar. Sé que sus sentimientos se han ido volando hasta Marte. Está echando chispas, no de enojo si no de ansiedad pura. No deja de moverse y ha pateado sin querer el bate en el pasto. James ha cambiado mucho desde que intento aprovecharse de mí en el bar.
—Escucha, eres una persona importante para mí. Yo te considero como un hermano que nunca tuve, me apoyaste en los peores momentos que tuve en la preparatoria, por eso, por eso quiero que me apoyes en el día más importante de mi vida, James.
Quiere llorar. Lo vas a hacer llorar, se muerde las uñas mi subconsciente.
—Elizabeth, eres muy joven, piensa bien lo que haces.
—Ya lo pensé, y estoy decidida.
Su cara, extrañamente, se pone de un color rojo muy vivo. Y no, no estaba así mientras hacia el ejercicio del juego.
—Dime, ¿qué piensas?
—¿Qué que carajos pienso? —Sus ojos se vuelven peligrosos—. Jajaja, no me hagas reír.
Arqueo una ceja. Miro a mi alrededor buscando alguna señal de Matthew.
—James, esto es serio. Si no quieres ir, está bien, respetaré tu decisión.
Suelta otra carcajada llena de frustración.
—¡Mi decisión! Es increíble que nunca me dieras una oportunidad, Elizabeth.
Entorno los ojos.
—Te he dicho mis motivos.
—Me rompiste el corazón.
Parpadeo, sin poder darle crédito a sus palabras.
—James, estás muy mayorcito para que te pongas en un plan tan egoísta. Te enviaré la invitación, es tu decisión asistir.
Me doy la vuelta, pero me detiene por el brazo. Me atrae a él, muy junto a su cuerpo. No, no otra vez...
—No entiendes—me clava la mirada—. No quiero ser sólo tu amigo. Eres una mujer que vale mucho la pena. ¿Por qué yo no tuve esa oportunidad como a la que le diste al empresario?
—Hay cosas que no comprenderías. James, te quiero bastante, no te estoy alejando de mi vida, te estoy dando la oportunidad de ser parte. Tengo un amor fraternal, hacia ti...
Mi respiración se corta. No me suelta y se muy que esto no nos lleva a nada bueno. Me sujeta por la cintura y acerca su rostro. Une sus labios en los míos en un cálido y tierno beso.
¿Eh...?
¡SANTO CIELO! ¡NOO! Me retiene fuerte, me continúa besando cariñosamente esperando a que le corresponda el beso. Mantiene los ojos cerrados. ¡JAMES ME ESTÁ BESANDO! Deja de sujetarme por la cintura y aprovecho para darle un fuerte empujón. Alzo la mano para darle una bofetada.
— ¡NO VUELVAS HACERLO! —grito, furiosa—. ERES UN RIDÍCULO SIN RESPETARME.
Mi mano me hormiguea por el fuerte golpe que le di. Sin esperármelo, Matthew llega delante de mí. ¡NONONONO! Antes de que pueda hacerle algo a James, me interpongo entre ellos. James está sonriendo como idiota sin remedio, mientras se acaricia la mejilla roja.
—No vayas a hacer una tontería—le advierto a Matthew.
Suelta un bufido, fulminando con la mirada a James.
—No tardare mucho—da un paso adelante.
Lo detengo. Casi me cuelgo de su brazo para que no pueda avanzar.
—Elizabeth tiene buenos labios—lo provoca James.
Él explota y me hace a un lado como si nada. ¡No quiero que se golpeen! Me vuelvo a interponer. Algunas personas a nuestro alrededor nos observan atónitas.
—Por favor, no lo hagas—le suplico—. No te metas en problemas.
No me mira, tiene una mirada asesina hacia el estúpido provocador.
—Nos vemos, Eli—dice James exageradamente mientras recoge su bate y se aleja con paso decidido hacia sus amigos que no paran de reírse.
Matthew relaja los hombros y busca mi mirada. La desvío, no me atrevo a mirarlo en estos momentos. Creo que tiene algo que decirme...
— ¡Esto era lo menos que quería! —exclama.
—Ya, por favor.
— ¿Qué se cree? —me grita—. ¡Ese imbécil te besó! ¡NUNCA TE HA RESPETADO!
Hago una mueca triste.
—Vamos al auto—dice más calmado.
Me toma posesivamente de la mano, casi lastimándome al tirar de mí para seguirle el paso rápido.
Esto fue mucho peor de lo que espere.