POV LIA
Ya es la hora de dormir, para la abuela de Sergio al menos. Eran las 8 de la noche cuando anunció que se iba a dormir y que nosotros podíamos quedarnos despiertos el tiempo que quisiéramos, pero sin meter ruido para no despertarla. Es muy tierna y ha sido muy cariñosa conmigo, casi como una abuela, pero debe ser porque Sergio, por primera vez en su vida, me está tratando como si fuera su hermana pequeña.
Nosotros estábamos viendo la televisión cuando la abuela de Sergio se despidió para irse a dormir. En el momento en que escuchamos que la puerta de la habitación de ella se cerraba, Sergio se acercó a mí y pasó una mano por detrás de mis hombros, mientras que con la otra movía mi cabeza para que quedara en el ángulo perfecto y poder darnos un beso.
Estaba disfrutando de aquel beso cuando recordé sus palabras y lo mucho que dolieron... y mis pensamientos de que todo esto es un sueño y que en verdad una relación seria y abierta con Sergio, como me gustaría tener, es casi imposible. Me alejo de él y de su agarre, con lágrimas en mis ojos que niego rotundamente a que salgan.
- ¿Qué es lo que pasa, Lianna? - dice nombrándome con mi nombre completo, lo que siempre me ha gustado de él y me parece muy tierno. Pero no es el momento de pensar eso.
Respiro profunda y sonoramente para poder tranquilizarme y que la tristeza no me inundé como un tsunami hunde sin piedad toda una ciudad. No estoy teniendo mucho éxito, pero al menos logro que las lágrimas no salgan a la luz.
-No lo sé- le digo, aunque no es del todo mentira.
-Algo te está pasando ¿Por qué no me dices?
Comienza a acariciarme el pelo. Eso siempre me ha relajado mucho, pero ahora ni eso funciona. Me siento vacía.
-Dime como te sientes- me pide Sergio al ver que no le doy respuesta- Si no sabes lo que significa, averigüémoslo juntos, pero dime que estás sintiendo
- ¿Qué cómo me siento? - le pregunto con un nudo en la garganta, alejar las lágrimas de mis ojos se está volviendo complejo- Bueno, siento miedo. Miedo y tristeza. Tristeza porque siento que me estoy enamorando de ti y ahora tú actuaste como si fuera tu hermana, lo cual lo entiendo y creo que fue lo correcto, pero no deja de doler. Y miedo porque si hacemos este teatro de "los mejores hermanos del mundo" frente a tu abuela que ni siquiera me conocía, me imagino el teatro que montaremos frente a nuestros padres. Digno de un Oscar. Miedo que a pesar de que nos queremos mucho, no podamos estar juntos. Miedo a que antes de que lleguen nuestros padres nos terminemos enamorando completa y ciegamente, pero que no nos acepten y nos manden a alguno lejos del otro. Tengo miedo de que me rompas el corazón y yo el tuyo.
POV SERGIO
No entendía lo que estaba diciéndome Lianna. ¿Tenía miedo de que nos separarán? Por un lado, tiene razón, mi padre jamás dejaría que estuviera con mi hermanastra. Se vería raro y para él las apariencias son lo más importante. Deduzco que la madre de Lía es parecida...
Ahora la comprendo y también me dolió de gran manera el modo en que la negué, sin previo aviso. Sólo lo hice. No había pensado que la podría dañar. Tanto a ella como a mí, pero sinceramente no sabía que más hacer. No sé cómo podría reaccionar mi abuela si le dijera que estoy enamorado de mi hermanastra simplemente tuve miedo, como el vil cobarde que soy.
-Perdón- es lo único que atino a decirle y sé que, por su expresión, no es suficiente.
-Ya da igual- me dice ella mientras se levanta del sillón- Estoy cansada, no hagas mucho ruido ni te muevas mucho cuando te vayas a dormir... hermanito.
Mientras sube la escalera, siento que un puñal atraviesa mi corazón poco a poco. Esa palabra, esa simple palabra me acaba de cortar en dos. No sabía que las palabras tuvieran tanto poder, pero bien empleadas, veo que sí.
Soy un idiota. Estoy a punto de perder a la chica que quiero a mi lado. Estoy a punto de perder a aquella personita que ha arreglado mi corazón. Si la pierdo, quedaré incluso más destruido que antes, porque tendré que verla todos los días y vivir con ella hasta que consiga un trabajo y terminar la universidad.
Ya no sé qué hacer. Ella tiene razón y tal vez, solo tal vez, cometimos un error al hacer lo que hicimos y al sentir lo que estamos sintiendo. ¿Qué haremos cuando tengamos que volver a casa con nuestros padres? Fingir sería muy doloroso para ambos, como también dejar de estar juntos. En la situación que nos hemos metido no hay manera de salir sin terminar sufriendo.
Y todo es mi culpa.
Yo soy mayor que ella. Debí prever lo que iba a pasar. Actué sin pensar y aunque no me arrepiento de nada de lo que he hecho, estoy dañando a Lía. La inocente Lía. La estoy metiendo en mis problemas, la estoy dejando que me arregle, cuando en verdad, no es su trabajo hacerlo, aunque sea la única capaz de arreglarme.
Decido que es mejor alejarme de ella antes de seguir haciéndole daño. Me quedo dormido en el sillón, no descansando del todo, pero al menos durmiendo un poco. Tenía que manejar mucho y tenía que estar descansado, además que estar encerrado en un auto con una Lía enojada y triste debe ser muy agotador.
12 HORAS DESPUÉS
Pues tenía razón. No hay nada peor que irse en un auto con una Lía destrozada, porque no hay mejor palabra para describir como está ahora que destrozada. Y por esa misma razón estoy destrozado también yo. Porque no hay nada peor que hacerle daño a la persona que quieres, aunque sea para su bien.
Las primeras horas de regreso no hablamos en absoluto. Ella se puso sus audífonos y escucha su música a todo volumen. Intenté decirle una vez que bajara el volumen porque se podría hacer daño en los oídos, pero simplemente me ignoró y subió más el volumen. Yo solo manejaba intentando no mirarla, porque sabía que eso sería una bomba para todo mi sistema que deseaba estar con ella con todas sus fuerzas... de verdad que lo quería.
Ambos sufríamos en silencio. No hablar, pero diciéndonos un montón de cosas tan solo con nuestras expresiones corporales y la tensión que nos rodeaba.
Cuando ya llevábamos un poco más de la mitad del trayecto cuando, al fin, Lía se saca los audífonos y comienza a mirarme, esperando que yo tenga la atención puesta en ella, sin saber, obviamente, que mi atención siempre está puesta en ella.
-Tenemos que hablar- dice ella con tono frío que complementa la mala fama de aquella frase cliché.
Si no estuviera manejando la quedaría mirando con mucho miedo, pero en la condición en la que estamos es mejor no demostrar miedo alguno. Tengo que ser fuerte.
-Lo sé
-Solo quiero saber qué es lo que somos ahora y en lo que quedaremos.
-Me gustaría escuchar que piensas.
Ella se queda pensando mientras una lagrima cae por su mejilla. Creo que ha sacado las mismas conclusiones que yo. Esto no va a terminar bien.
-Creo que para evitar que sigamos sufriendo deberíamos hacer como si estos dos días nunca hubieran existido.
Esas palabras son como balas para mí. Pero me las esperaba. Lianna me ha estado baleando desde ayer y creo que ya soy a prueba de balas, pero aun así duele como las mil mierdas y no puedo evitar que una lagrima, gemela a la de ella, caiga por mi mejilla, señal del sufrimiento que está por dentro.
-No creo que pueda fingir- le digo dejando aflorar todos mis sentimientos- Fueron los mejores dos días que he tenido.
-Pues olvídalo- dice fría y directa. Insensible. Esta no es la Lía que yo conocí este fin de semana- Volvamos a la maldita realidad en donde somos hermanastros y olvidemos la pequeña posibilidad que existió de que alguna pudimos ser algo más. Olvídalo, porque el maldito destino nos dice que lo hagamos y sigamos nuestra vida como si no nos cayéramos bien antes de este viaje.
Y al decir eso vuelve a ponerse los audífonos, ignorando mis sollozos de sufrimiento mientras llegábamos a la ciudad en donde vivimos.