Me miro al espejo de cuerpo completo buscando cambios en mí, como lo hago todos los días después de darme una ducha. Según mis cálculos, tengo tres meses de embarazo así que debería comenzar a ver, aunque sea una pequeña hinchazón en mi estómago, pero no veo ninguna diferencia.
Puede que buscarme cambios todos los días no sea una buena idea. Parece que mientras más busco a este bebé, menos lo encuentro. La única prueba que tengo de que este bebé existe son las pruebas de embarazo que aún tengo guardadas debajo de mi colchón, los cambios de humor y el poco apetito por ciertas comidas que antes me gustaban, pero nada más. No ha habido más vómitos y no he cambiado físicamente.
A veces pienso que todo es producto de mi imaginación y que este bebé existe, pero es solo la niña miedosa interna que tengo tratando de engañarse a sí misma.
Puede que no se note mucho físicamente, pero en mi interior yo sé que estoy embarazada. Lo presiento, aunque suene muy extraño.
No tengo muchas ganas de pensar que vestirme. Además, no planeo salir hoy, así que me pongo un vestido de verano color azul que me llega un poco más arriba de las rodillas. Mamá me lo regaló hace un tiempo, pero yo no soy del tipo de chica que usa vestido así que nunca lo usé. Ahora, me parece cómodo y no es tan malo como pensé. Me pongo unas calzas cortas debajo del vestido y así estoy más que cómoda.
Amarro mi cabello rubio en una cola de caballo y me calzo unas Converse porque, aunque no lo crean, si se puede usar vestidos con este tipo de zapatillas y se ve muy bien.
Deben ser las once de la mañana. Robbie sigue durmiendo y mamá está en el trabajo o quien sabe dónde. Tampoco es que me importe. No nos hemos estado llevando tan mal últimamente porque se ha preocupado más de pelear con mi hermano que conmigo.
Pienso que sería una buena idea si busco algún trabajo desde mi computadora. No creo que vaya a ser fácil porque tengo quince años aun, pero podría intentarlo. Además, una vez Mack me comentó que hay una página que se especifica en trabajos para estudiantes. Lo encuentro fácilmente y me pongo a ojear los artículos. Hay muchos y no me sorprende porque es la temporada de verano, pero ya está terminando así que debo apurarme en encontrar algún trabajo.
Me detengo cuando veo el logo de la heladería a la que fui con Bren antes de que se fuera de vacaciones. El artículo no está muy claro así que pienso que es mejor ir a hablar en persona a ver qué puedo hacer allí.
Le dejo un mensaje a Robbie, tomo mi celular y mis llaves y salgo de la casa. Camino hasta la heladería que recién está abriendo así que me encuentro con quien supongo es el dueño. Un señor de unos setenta años con el cabello y una barba blanca.
-Buenos días- lo saludo con cortesía.
-Buenos días, señorita- saluda él de la misma manera.
-Vi en una página de internet que necesitaban alguien que trabajara para ustedes- digo de manera tímida.
-Una de mis nietas me convenció de hacer eso- dice él de una manera paternal- Ella también trabaja aquí, pero solo los fines de semana.
Yo asiento sin saber muy bien qué más decir. Si me dan el trabajo voy a tener que trabajar extra porque no sé cómo tratar con la gente de forma agradable. Yo soy más bien del tipo toma tu helado y vete. Si te gusta bien, sino no me importa.
El anciano me hace pasar al local y se sienta tras el mesón de pedidos. Me hace sentarme frente a él mientras toma un papel y un lápiz.
- ¿Cómo te llamas?
-Acacia Baker- respondo y apenas reconozco mi voz.
- ¿Cuantos años tienes, cielo? - me pregunta.
Me encantaría que él fuera mi abuelo. Los míos murieron cuando tenía cuatro y seis años así que no pude disfrutar mucho de ellos.
-Tengo quince años- digo más tímida aún.
- ¿Cuándo cumples los dieciséis?
-El 18 de noviembre.
- ¿Tienes el permiso de tus padres para trabajar?
-Si- miento, aunque no creo que mamá ponga problemas cuando se lo pregunte.
- ¿Cuál te gustaría que fuera tu horario?
-Puedo venir todos los días después de clase- digo con urgencia. Necesito el dinero- Salgo a las cuatro de la tarde todos los días y puedo venir los fines de semana todo el día.
- ¿Estás segura de eso?
-Me comprometo al cien por ciento si es que me da el trabajo, señor.
El anciano me mira como inspeccionándome. Espero dar una buena impresión por el modo en que estoy vestida.
- ¿Puedes traer el permiso de tu mamá mañana en la tarde para poder comenzar a trabajar pasado mañana?
- ¡Si! - exclamo con felicidad.
Pienso si debo decirle que estoy embarazada. Digo, es lo justo, no quiero tener que venir un día a trabajar con un vientre enorme de embarazada y sorprender a mi jefe. Aun así, es difícil. Sería la primera vez que se lo contaría a otra persona. No lo conozco, pero de todas formas es complicado.
-Señor- le llamo la atención- Antes de que diga cualquier cosa, tiene que saber algo de mí.
-Claro, dime.
-Yo...- titubeo un poco, nerviosa- Yo estoy embarazada, señor. - digo con un hilo de voz.
Me dan ganas de llorar, pero me aguanto bien. Es tan diferente decirlo en voz alta que decirlo en mi cabeza.
El anciano me mira con tristeza y después me sonríe. No sé qué estará pensando y tengo mucha curiosidad por saber.
-Ven mañana con el permiso de tus padres y hablaremos, Acacia- dice con una sonrisa digna de un abuelo adorable.
Le sonrío y le doy las gracias para luego salir del local. No ha salido tan mal, aunque las ganas de llorar no se han detenido. No puedo creer que la primera persona que sabe que estoy embarazada es un señor que no conozco. Aunque ya era hora de tener que aceptarlo un poco. Mi primera cita médica es la próxima semana y ahí los doctores también se van a enterar.
Camino lentamente de vuelta a casa. Justo en ese momento, mi celular suena y mi corazón da un vuelco cada vez que lo hace pensando que podría ser Tony, pero no me decepciono por completo cuando me doy cuenta de que es Bren quien llama.
-Hola, Bren- saludo cuando contesto la llamada.
-Hola, linda Cass- saluda haciendo que me sonroje levemente.
- ¿Cómo está el día por la playa?
-Pues, no tengo como saberlo- dice y frunzo el ceño, aunque él no puede verme- Llegué a casa hace unos cinco minutos.
- ¿Es en serio, Bren? - pregunto emocionada.
-Si- dice él con la misma emoción- ¿Quieres venir a saludar a tu querido... amigo?
No me pierdo el modo en que dijo "amigo". No fue normal y como que no quería decirlo, pero de todas formas no le digo nada y lo dejo pasar.
Ya dije antes que me voy a concentrar en mi embarazo y no en los chicos. No necesito más caos en mi vida. Ya suficiente tengo con estar embarazada a los quince años.
-Voy para allá- le digo entre risas- Llego en un par de minutos.
Corto la llamada y me pongo de camino a casa de Bren. Parece que este día no va a ser tan relajado como pensé porque apenas voy llegando a casa de Bren, un mensaje llega a mi celular y es Mack.
"¿Puedes venir a mi casa a eso de las dos y media? Mamá te invitó a almorzar junto a la bestia de tu hermano"
Miro la hora en mi celular y son casi las una de la tarde. Tendré una hora y media con Bren. Si, me gusta la idea de pasar un poco de tiempo con Bren, pero ir a casa de Mack con su mamá y Sam me pone un poco nerviosa. Es la casa de Tony, es la familia de Tony. Ahí viven la abuela y las tías de mi bebé y eso es demasiado presión.
Estoy más que nerviosa, pero tengo que tranquilizarme. No puedo rechazar la oferta porque sería demasiado sospechoso. Siempre me ha gustado más estar en casa de Mack que en la mía y ahora casi no he pasado tiempo allí.
Tengo que ir y ser la misma de siempre.
"Claro, pero avísale tú a Robbie porque no estoy en casa. Voy a visitar a Bren unos minutos."
"Está bien: c"
Llego a casa de Bren y no veo el auto de sus padres, solo el auto de él. Si, tiene auto propio porque es un maldito buen hijo para sus padres. No perfecto, pero al menos cuida a sus hermanas cuando se lo piden y lo hace con gusto.
-Mi linda Cassie por fin ha llegado- dice Bren en tono de broma cuando me abre la puerta de su casa.
Le doy un beso en la mejilla a modo de saludo y entro en su casa. Normalmente me estarían recibiendo un par de niños inquietos, pero la casa está muy silenciosa como para que Aaron y Colton estén aquí.
- ¿Dónde están los demás? - pregunto caminando hacia la sala.
-Siguen en la playa- responde Bren como si nada- Daniel se enfermó y estuvo unos días hospitalizado.
- ¿Qué? - pregunto preocupada- ¿Qué le pasó?
-Un simple resfrío, pero Daniel es asmático así que había que tener cuidado- responde él tomando mi mano para que me tranquilice.
Malditas mariposas asesinas salgan de mi estómago. Dijimos que nada de chicos.
- ¿Por qué te devolviste?
-Mamá no quería que la casa quedara sola mucho tiempo- dice con una sonrisa en la cara sin soltar mi mano- Ellos vuelven en dos días así que pienso mañana en la noche hacer una fiesta pequeña, ¿te apuntas?
-No lo sé, Bren. Mañana tengo que ver si puedo conseguir un trabajo. Debo entregar el permiso de mamá y para eso debo convencerla primero.
-Bueno, cualquier cosa puedes dormir aquí- dice él- Mi cama es bastante cómoda y cabemos los dos perfectamente.
Esa última frase Bren la dice moviendo sus cejas de forma sugerente, pero sé que solo lo dice de broma. Le golpeo suavemente el brazo y ambos reímos.
-Está bien, yo dormiré en la habitación de los diablos- dice fingiendo tristeza.
-Lo pensaré y te aviso- le digo entre risas.
En teoría no debería, pero tampoco creo que sea tan mala idea, ¿saben? Tengo derecho a divertirme un poco. Obviamente no voy a beber y trataré de alejarme lo más que pueda de la gente que fume, pero puedo compartir con la gente, conversar y hasta bailar.
Necesito relajarme y una fiesta no suena mal siempre y cuando me cuide como debo. Aun así, debo pensarlo.
Con Bren conversamos del viaje y me muestra un par de fotos de él y sus hermanos. Me derrito por una foto en específico de Bren con Daniel. Esos dos se parecen un montón.
Cuando son las dos y cuarto de la tarde le digo a Bren que es hora de irme y me va a dejar a la puerta de su casa.
-Intenta que Mack y tu hermano no se maten- me dice Bren entre risas.
-No prometo nada- respondo entre risas también.
- ¿Hablamos hoy en la noche?
-Me gustaría- respondo con una sonrisa- Y podrías enviarme más fotos de la playa. Con fotos voy a tener que conformarme.
-Te enviaré fotos mías, yo sé que esas sí que te van a gustar- dice de manera coqueta, pero solo de broma y ambos lo sabemos.
-No, muchas gracias, pero con las fotos del paisaje me conformo.
Ambos reímos y me despido de él con un beso en la mejilla. Cuando ya me di la vuelta para irme y caminé un par de pasos, escucho la voz de Bren:
- ¡Hey, Cassie! - me llama y yo me doy la vuelta- Creo que nunca te había visto con vestido.
Me miro el vestido y me sonrojo. Por un momento había olvidado que estaba vestida así, como una chica buena, como que no soy.
Recuerdo que la primera vez que vi este vestido estaba con Tony. Él me pidió que me lo probara y sus palabras cuando lo hice nunca se me van a olvidar:
"-Creo que nunca te había visto con vestido- me dice con los ojos muy abiertos- Te ves hermosa.
-Gracias, pero no es mi estilo- le respondo con una mueca.
-Pareces una chica buena- me dice con una sonrisa- Me gusta cómo te ves, deberías usar vestidos más seguido.
-En tus sueños, Anthony."
Lo que nunca le dije es que yo no era una chica buena.
-Te ves muy linda, Cass- me dice Bren observándome de arriba a abajo- pero me gusta más cuando te vistes como siempre. Con tus jeans rotos y tus playeras estampadas.
- ¿Por qué? - pregunto con curiosidad.
-Porque así eres tú- me dice encogiéndose de hombros- Con vestido no pareces la Acacia de siempre.
-Puede que esté intentando ser una chica buena.
-Puedes ser una chica buena viéndote como una chica mala, como siempre- responde con una media sonrisa que me encanta- Además, ya eres una chica buena, Cass. Tu vestimenta no dice si eres mala o buena, solo dice qué es lo que te gusta. Muestra tu personalidad y eso siempre me ha gustado de ti.
Me quedo sin palabras. Le doy una sonrisa tímida y él se despide de mí.
Creo que lo mejor será caminar despacio hasta la casa de Mack así dejo de sentir esto que estoy sintiendo y que no sé qué significa.