Durante el vuelo ni Pablo ni yo cruzamos palabras.
Tengo sentimientos encontrados, y no, no es que me enamoré de Pablo, sino ¿Qué mal he hecho yo en mi anterior vida para tener una suerte tan pésima en esta? Recapitulando mi vida. Desde niña recibí mucho amor de mis padres — que es lo único bueno que me ha sucedido y sigue así—. No éramos ni somos personas con mucho dinero, pasamos necesidades en un momento de nuestras vidas, pero en resumen, éramos muy bendecidos, además, a pesar de que papá y mamá trabajaban para traer el pan a casa, mi hermano Carlos y yo nos quedábamos al cuidado de la familia Evans de León.
La señora Mariana y sus hijos nos veían como parte de su familia, lo que resume mi niñez, como una etapa bendecida y amorosa. Pero cómo de eso tan bueno no dan tanto, tuvimos que partir a otro país en busca de una mejor suerte ya que mis padres tuvieron grandes problemas financieros quedando en nada y ello causo un capítulo menos bonito de mi vida, en ese tiempo. Por lo que ¿Irnos de México fue el punto de partida para nuestra mala suerte?
Ufff al parecer sí. Mi vida se puede dividir en dos desde ese momento, si nos vamos a la historia del mundo tomando como punto de partida el libro más vendido del mundo — La Biblia— existen dos tiempos A.C. que significa antes de Cristo y D.C. el cual quiere decir después de Cristo. En mi vida sería antes de tener problemas financieros que había amor y tranquilidad, y después de los problemas financieros que sólo existe mala suerte.
Si alguien ve mi vida desde lejos dirá: "Dios mío, la doctora Paulina es una mala agradecida ¿Cuántos médicos son reconocidos por su gran trabajo?" Por lo que si me preguntan eso, respondo sinceramente que no es ser mal agradecida, pero debo ser sincera y la verdad, para llegar hasta aquí pase por mucho.
Sufrí desde humillaciones en las casas de familias en las que trabajaba desde los trece años para ayudar económicamente a mi familia; los más de dos empleos de medio tiempo que tenía que hacer para pagar mi universidad y medio subsistir; las humillaciones y bullying que sufría por parte de mis compañeros al tener siempre las batas, libros y demás implementos de segunda mano, el ser acosada sexualmente en las clínicas que llegue a trabajar (y por mi propio jefe) sin contar cuántas cosas más pase siendo residente y ya después cuando deje de serlo.
Para ser sincera llevo sufriendo y conociendo lo cruel del mundo desde hace más de diez años y eso no me impidió ser lo que soy ahora, al revés me dio la fortaleza para seguir luchando a tal punto que soy una de las neurocirujana más reconocida por el cuerpo médico. Pero eso no quita que cuestione el motivo de mi mala suerte, si es que existe alguno.
Pero ¿Por qué cuando estoy llegando a mi estabilidad física y emocional aparece algo que hecha todo mi trabajo al suelo?
Si busco palabra claves que definan mi vida después de esos problemas financieros que nos hicieron salir de México diría: necesidades, sufrimiento y sacrificio. Tres palabras con significados muy profundos y momentos difíciles, de los que aunque siempre busque salir adelante sin padecer de estas, siempre vuelvo a ellas al poco tiempo.
Aquí estoy tocando suelo Mexicano con un hombre que aunque antes conocía perfectamente, ahora sólo es un hombre con el que hace años compartí muchos momentos lindos, que ahora son sólo eso; recuerdos.
Una voz me saca de mi trance y me dice
— Señorita Paulina, tome — dice y me extiende un sobre de manila— Aquí está la información del nuevo hospital en el que trabajará
Lo observo confundida
— El señor Evans la recomendó a este hospital — dice extendiéndome por segunda vez el sobre.
— Aunque con tus grandes referencias, títulos y logros — comienza a hablar Pablo interrumpiendo a su guardaespaldas— No fue difícil que te aceptaran, debes agradecer que te traje a un lugar en el que no te tocara José y podrás empezar de nuevo, sin mencionar que estás en tu país.
—...Y te lo agradezco — interrumpo— Pero no aceptaré ese puesto que me buscaste — me mira confundido— Agradezco toda la ayuda que me ha brindado hasta ahora, a decir verdad es más de lo que esperaba, pero pienso que es mejor que nuestros caminos se separen aquí — digo levantándome de la silla en la que me encontraba— Espero no piense que soy desagradecida, pero pienso que es lo mejor.
— Esta bien Paulina, después no digas que no te quise ayudar. A decir verdad me da igual la decisión que tomes, nunca me ha gustado que decidan por mí, así que tampoco me gusta imponer, como por ejemplo el lugar donde trabajaras sólo lo hice por tu situación y nada más
— Lo sé.
— Además, no ha nacido la mujer a la que yo le tenga que rogar que se quede y mucho menos a mi lado, con lo apuesto y multimillonario que soy...
— Ya decía yo que su lado mujeriego y narciso había estado apagado por mucho tiempo — dije rodando los ojos.
— Sí, lo que digas. Pero algo si quiero que sepas, si no recibiste mi ayuda ahora — asiento— tampoco la busques después. Porque no te la brindare, mi lado de buen samaritano que se conduele de ti, sólo tiene una sola vez uso y ya lo usaste así que...
— No te preocupes, no te molestaré más.
— Eso espero — responde Pablo- Porque no quiero que te vengas a pegar como sanguijuela a mí, o inventes quien sabe qué cosa para que yo te indemnice por algo que ni paso...
— ¿Qué quieres decir? — pregunto confundida.
— Vamos Paulina, ese cuento del aborto quién sabe quién te lo cree, porque yo no te lo creí. Te ayude en ese momento por impulso o bueno, quizás porque estaba aburrido en el hospital. Pero que José, un hombre que puede tener a cualquier mujer y mucho mejor que tú, este detrás de ti así, obviamente tú le hicisteis algo o le tienes algo...
Sin dejar que terminar sus estupideces le doy una bofetada en su rostro.
— Imbécil, retiro mis agradecimientos — digo y me retiro con mi maleta.
— Vamos, Paulina he tenido a varias chicas así como tú en mi vida, que después que no obtienen todo el dinero que quieren, se inventan muchas historias para que le tengan lástima o simplemente amenazan con ir a la prensa y con eso conseguir más dinero. No eres la única que trabaja de este modo — finaliza a mis espaldas.
Aunque tengo ganas de regresarme y darle mil y un golpes en todo su ser, ignoró mis ganas de golpearlo y sigo caminado a la salida del aeropuerto.
— Maldito idiota — murmuro entre mis dientes al no poder evitar mi enojo.
Y yo que le estaba dando las gracias a ese imbécil. Que estúpida fui —me digo mentalmente.
Narra Pablo
— Maldito idiota
Fue lo último que escuche de Paulina antes de desaparecer de mi campo visual.
— Señor, perdone que me meta en sus asuntos, pero ¿Por qué ayudó a la señorita Paulina, si después iba a decir que era una mentirosa?
— Vamos Fred, tú y yo sabemos que las mujeres por dinero son capaces de hacer cualquier cosa. Así que, no me sorprendería que ella inventara toda esa historia si ve que a quien robó logra encontrarla.
— No sé señor, pero pienso que actuó de una manera muy precipitada.
— ¿Por qué lo piensas?
— Porque no ha corroborado si lo que dijo la señorita Paulina era cierto
— O falso. —le interrumpo
— Sí, o falso. Y ya está afirmando que su pensamiento respecto a ella es correcto.
— ¿Y cuál es mi pensamiento, si se puede saber?
— Que la señorita Paulina es igual que la señorita Ximena
El sólo escuchar su nombre me revuelve todo y mi humor cambia negativamente.
— Como Ximena y como todas las mujeres a las que les he brindado mi confianza, tiempo y recursos... —suspiro— No me lo estás pidiendo pero te voy a dar un consejo, ya que como más que mi trabajador te considero como mi confidente, las personas tienen en su naturaleza el amor, el valor propio y cualquier otro parecido en el que su prioridad es obtener algo que ayude o proteja dicho valor, por lo que sin escrúpulos van hacia la presa y después que se ganan su confianza, van y apuñalan por la espalda. Y todo ¿para qué?
>>Porque para ellas primero deben satisfacer tus necesidades o deseos sin importar los sentimientos de los que nos sentimos usados. Por eso, es mejor no confiar en nadie, tomar distancia de todo. En pocas palabras ser frío y sin sentimientos, ya que si no los tienes, no te hieren. Ahora, aunque no creí su mentira, te pedí que le buscaras un trabajo y no lo acepto, ya no puedo hacer más. Así que ocupemos nuestro tiempo en lo importante, producir dinero.
— Sí, señor.
4 meses después
— Por Dios, qué día tan duro —digo tirándome en mi cama—.
Tocan a la puerta, gritó pase y la figura de Fred se refleja en el umbral de mi puerta.
— ¿Qué sucede ahora Fred? —digo cansado.
— Señor, sé que no es prudente de mi parte decirle esto y a la vez un poco atrevido pero...
— Investigaste a Paulina y seguiste su paradero todos estos meses, pero ahora seguramente está en problemas o ¿Me equivoco?
— ¿Có-mo lo sa-bia?
— No con seguridad, pero lo que sí sé en estos años que has trabajado para mí, es que si algo te genera dudas no lo pierdes de vista hasta asegurarte que todo está bien, aunque eso signifique hacer algo que no te ordené. —suspiro— Vaya, a veces pienso que soy demasiado blando contigo.
—Me disculpo por eso pero es inevitable.
— De acuerdo, ahora informa. — detengo alguna conversación demasiado extendida.
— Bien, en estos cuatro meses la señorita Paulina logró tener un trabajo en un hospital de la ciudad, y ha tenido una vida en paz, pero...
— Ahora no es así —Fred asiente— ¿Eso que tiene que ver conmigo?
— Mucho, diría yo —lo miro confundido y él suspira — Por dos cosas. Primero ¿Se acuerda de la historia del aborto y todo eso? —yo asiento— Todo era verdad, las cosas sucedieron como la señorita contó las cosas. Ya lo confirme —me dice tendiéndome un sobre, el cual abro y hay fotos de ellos cuando salieron juntos, el historial médico de Paulina corroborando la atrocidad que José le hizo e incluso una grabación de una cámara de seguridad donde se ve claramente que es José quien golpea a Paulina y ella sólo busca defenderse el vientre — Ella no le mintió...
Me sentí un poco culpable. Ella me dijo la verdad y yo la trate de mentirosa y estafadora. Pero no es mi culpa, dejé de confiar en las personas desde hace mucho tiempo, por el daño que me causaron al haber confiado en ellas.
— Además —continúa Fred— el que usted se enfrentará con el señor José y que esté no lograra obtener a la señorita Paulina cómo él quería, aumento su furia. Y se vengó con los que más quiere la señorita — lamenta Fred.
Poco a poco siento como el alma me abandonaba el cuerpo, anticipando una muy mala noticia.
— El señor José mató a los padres de la señorita. Por lo que la señorita Paulina tendrá que regresar a Estados Unidos para el entierro de sus padres, momento que seguramente aprovechará el señor José para llevársela y hacerla pagar por según él, portarse mal. Bueno eso me dijo mi informante, que es muy cercano al señor José —suspira— ¿Ahora sabe de lo que le hablo?
— ¿José mató a sus padres? ¿D-e ver-dad lo hi-zo? —Fred afirma—.
— Según mis fuentes su actitud de todopoderoso y de proteger a la chica que él quiere, desató su furia. Es decir, usted la ayudó porque estaba aburrido ese día pero esa ayuda ocasionó que el Señor José matara a sus padres.
— Mató a su propio hijo, no me sorprende nada que haya matado a los padres de Paulina —digo, pero la culpa me invade — Prepara todo, nos regresamos a Estados Unidos está noche, no puedo dejar que le haga daño a Paulina. Esta vez sí tengo que ayudarla bien —digo saliendo de la habitación —.
Narra Paulina
Cuatro meses han pasado desde que llegué a este país. Y me complace saber que mis conocimientos y destrezas en mi profesión, más mi excelente hoja de vida, permitieron que obtuviera mi puesto de neurocirujana en este hospital sin influencias ni nada, sólo con mi propio esfuerzo, como siempre lo he hecho.
Con este trabajo he podido tener un techo donde dormir, una comida en mi plato y algo de dinero para mandarles a mis padres. Y si, no gano mucho pero tengo lo necesario para vivir y puedo ayudar a mis padres económicamente, a tal punto que en dos días me traeré a mis padres para acá, a vivir conmigo. Además no he sabido de José, lo que me tranquiliza ya que él es de esas personas que por tener dinero y poder no acepta un no por respuesta. Esta vez pienso que al "protegerme" uno de su misma clase social, no puede actuar como siempre lo hace; con golpes.
— Ahhh —suspiro— Me alegra que mi vida sea nuevamente tranquila —digo mirando el amanecer desde la azotea del hospital—.
Mi teléfono suena y noto que es el número de teléfono de mi padre. Alegre tomó la llamada.
Vaya, escuchar la voz de mi padre es comenzar el día recargada.
Inicio de llamada
Paulina
¡Hola papá! ¿Cómo has estado?
Papá
Buenos días. Señorita, disculpe ¿Podría comunicarme con la señorita Paulina?
Paulina
Con ella habla, ¿Con quién hablo yo?
Papá
Buen día señorita, le habla el oficial Zúñiga, le llamó para comunicarle que sus padres han sido asesinados y requerimos su presencia en el lugar.
Esas palabras hicieron que sintiera como mi mundo se derrumba poco a poco.
Paulina
Eso no puede ser, díganme que no es cierto, díganme que es una broma. Por favor —digo angustiada—.
Papá
Lo siento señorita, pero no es ninguna broma, sus padres fueron asesinados.
— No —grite mientras caía al suelo ya que mis piernas me fallaban— ¡Esto tiene que ser mentira!
Pero esa hipótesis queda desechada cuando llamo a una de las vecinas de mis padres y me dice
— Lo siento, es verdad, tus padres están muertos.
¿Y ahora qué voy a hacer?