—Listo, tranquila linda, gracias por decir la verdad— le dijo mi tío con una tranquilizadora sonrisa— ¿Cuantos años es que tienes tú, Jolie?
—Once, director— dijo con su voz infantil. Él miró con severidad al hombre de traje deportivo que ahora tragaba grueso pero que no dejaba de mirar con rencor en mi dirección.
—Bien, Eder tiene nueve, ¿Cierto?
—Sí, director— dije obedientemente.
—Excelente, pues espero que esto no se repita niños, o me veré obligado a llamar a sus padres. Eder, ya sabes lo que hablamos, por favor, escucha lo que te digo— asentí en su dirección y caminé a la puerta seguido de Jolie— Ahora, déjennos a solas, el entrenador y yo tenemos algo de que hablar.
Salimos y ni me despedí de Maggie cuando, frente a la puerta reflejante Jolie tomó mi mano entre la suya, la miré con los ojos muy abiertos y me sonrió ampliamente.
—Ahora eres mi novio, Eder. Y yo me casaré contigo.
Yo abrí mi boca, no sé qué iba a decir, pero ella me dio un pico en los labios y salió corriendo entre risas, me quedé de pie, ahí, como tonto hasta que el timbre del regreso a los salones me sacó de mi estupor.
El día acabó y no di chance a que Jolie me atrapara de nuevo con la guardia baja, cuando el timbre sonó y el último profesor del día salió antes que nosotros, recogí mis cosas rápidamente y la busqué con la vista, estaba de pie frente al escritorio de una chica y sus amigas alrededor, estaban todas riendo de algo y ella acomodaba su cabello detrás de su oreja.
Corrí en su dirección y le robé el pico que ella me había quitado cuando salió corriendo horas antes. Por supuesto, no soy tan valiente y salí corriendo con las mejillas encendidas cuando la risa de las chicas sonó por todos lados.
Los chicos de papá me esperaban en la camioneta de siempre, usualmente manejaba Botón y Anillos se mantenía a mi lado en el asiento de atrás.
—¿Como están, muchachos?— los saludé con la mano cuando subí y Botón me miró a través del retrovisor.
—Enano, me caías mejor cuando nos decías tíos.
—Sí, ahora que te crees grande no nos quieres— secundó Anillos con un gesto exagerado. Me reí de ellos y sonreí orgulloso.
—No me creo grande, lo soy. Ya tengo novia— declaré y ellos soltaron dos ¿QUÉ? seguidos de felicitaciones.
—Pues no la vayas a meter antes de tiempo— dijo Botón ganándose un golpe en la cabeza por parte de su compañero y yo reí de su actitud, eran muy graciosos.
—Es un niño aún imbécil.
—Hoy nos llevaron donde el tío Vic porque el idiota de Rob nos encontró dandonos un besito— les dije con el ceño fruncido recordando a ese profesor imbécil.
—¿Es ese el entrenador que siempre te castiga?—asentí—¿Qué carajos se trae contigo?
—Ni idea, me odia.
—Pues ya veremos, no creo que tu padre le permita meterse contigo por más tiempo— me encogí de hombros, no sabía qué responder. Papá había cambiado mucho desde la muerte de mi madre y se la pasaba en la calle, normalmente llegaba cuando yo me había dormido o cuando me alistaba para ir a clases.
Me bajé de la camioneta saludando con la mano a los demás que se cruzaban a mi paso, al rededor de veinte hombres enormes y con malas caras custodiaban la casa y nuestra seguridad por lo que ver sus armas todos los días no me afectaba en lo más mínimo.
Fui a la cocina, Esther era la encargada de ahí y siempre me guardaba la comida para que comiera caliente, había llegado hace dos años y me cuidaba bien, la veía con admiración.
Entrando a la cocina vi al tío Bloud salir, lo miré con cara de pocos amigos mientras se tomaba su botella de cerveza, apenas me miró y puso una mano sobre mi cabello revolviéndolo, me sacudí de inmediato, odiaba su toque.
Esther se estaba acomodando el vestido cuando entré y al verme secó su rostro, ¿Eran lágrimas? No lo sé, puso una enorme sonrisa al verme y me quitó el bolso de la escuela de mi espalda.
—Te preparé lasagna, Eder. Ven a comer y cuéntame, ¿Cómo te fue hoy?